Luego, por contraposición a las  directrices de la Kidney Disease Outcomes Quality Initiative  (K/DOQI), que no recomendaban ninguna clase de fármaco específico como  primera opción en los receptores de trasplante renal hipertensos, un  nuevo metanálisis mostró que los bloqueantes de los canales del calcio  (BCC) deberían ser la clase de fármacos de primera opción.    
     Por último, en los pacientes no obesos  (índice de masa corporal [IMC] < 30,0 kg/m2), la  prehipertensión (PAS de 120-129 mm Hg o PAD de 80-89 mm Hg) no conlleva  un incremento del riesgo de nefropatía crónica o terminal, si bien el  riesgo se  incrementa “sustancialmente” en los prehipertensos con un IMC  de > 30 kg/m2.    
La nueva declaración  de criterios mantendrá los umbrales y objetivos de tratamiento de la  presión arterial de 2007 para los pacientes de 80 o menos años de edad.  Las recomendaciones para la población hipertensa general consisten en  iniciar el tratamiento cuando la presión arterial persista en >  140/90 mm Hg o > 130/85 mm Hg en los pacientes con riesgo  elevado o muy elevado y tratar hasta alcanzar cifras de < 140/90 mm  Hg o < 130/80 mm Hg,  respectivamente.
El Profesor Mancia  explicó que hasta el momento sólo en un estudio clínico, el Hypertension  Outcomes Treatment (HOT) , se ha investigado la  llamada curva en J, es decir, un valor por debajo del cual es dañino  reducir la presión arterial; pero los análisis retrospectivos han  demostrado una y otra vez que en los pacientes con riesgo cardiovascular  elevado hay motivos para preocuparse cuando la presión arterial  desciende por debajo de 70 mm Hg la diastólica y 120 mm Hg la sistólica  mientras se da tratamiento. Añadió que el nadir de la curva en J  probablemente varía en cada paciente según edad, estado clínico y la  eficacia de la autorregulación de la presión arterial.
Las directrices de  2007 de la ESH y la ESC para el tratamiento de la hipertensión enumeran  cinco clases de fármacos, desde entonces  diversos estudios nuevos importantes y análisis retrospectivos  adicionales han añadido evidencia importante a favor de los efectos  protectores de los inhibidores de la ECA, ARA y AAC solos o en  combinación. El empleo de los betabloqueantes en la hipertensión sigue  siendo controvertible, pero el Profesor Mancia confirmó que la ESH no  seguirá la última actualización de las directrices del Reino Unido, que  retiró los betabloqueantes como primera, segunda o tercera opción en la  hipertensión no complicada y los enumeró sólo como tratamiento de cuarta  opción. Dijo que la evidencia derivada de estudios  clínicos y de metanálisis demuestra que los betabloqueantes tienen  “ventajas e desventajas relativas". 
La actualización  añadirá que el doble bloqueo del sistema de renina-angiotensina (SRA)  con un ARA más un inhibidor de la ECA es útil en los nefrópatas en  quienes la proteinuria no disminuye en grado suficiente únicamente con  un ARA o un inhibidor de la ECA.  
Autora: Linda Brookes