La última revisión Cochrane concluye que el cribado probablemente
reduzca la mortalidad por cáncer de mama en un 15%, con una reducción
absoluta del riesgo del 0,05 y un 30% de sobrediagnóstico y
sobretratamiento. Estima que por cada 2.000 mujeres a las que se realiza
el cribado durante 10 años, una prolongará su vida y 10 mujeres, a las
que no se les hubiera diagnosticado el cáncer si no hubieran sido
sometidas a cribado, serán tratadas innecesariamente. Otras 200 mujeres
tendrán distrés psicológico como consecuencia de falsos positivos.
Por
lo tanto, considera que no está claro si el cribado tiene más
beneficios que riesgos.
Siendo importante individualizar las
estrategias preventivas según el riesgo de cada mujer:
Riesgo bajo: mamografía bienal desde los 50 hasta los 69
años.
Riesgo moderado: Familiares de primer grado (madre;
hermanas) de personas afectadas de cáncer en familias con un caso de
cáncer de mama entre 31 y 50 años, o dos familiares de primer grado
diagnosticadas de cáncer de mama bilateral mayor de 40 años: se
recomienda añadir, a la autoexploración y exploración clínica mamaria,
la mamografía anual a partir de los 35 años (grado de recomendación C).
Riesgo alto: (ver siguiente clasificación y portadoras de mutaciones BRCA):
Prevención primaria; se puede plantear ooforectomía profiláctica una
vez finalizado el deseo reproductivo en portadoras de mutación en uno de
los genes BRCA1 o BRCA2 y mastectomia profiláctica total (Grado
recomendación B).
Prevención secundaria: Autoexploración mamaria a
partir de los 18 años; exploración clínica mamaria semestral a partir
del los 18 años; Mamografía con/sin ecografía a partir de los 25 años,
que puede alternarse su periodicidad con la Resonancia magnética,
especialmente en mujeres jóvenes y con mamas densas; Ecografía
transvaginal y CA-125 semestral a partir de los 30-35 años (grado de
recomendación C).
Familias con menos de tres familiares afectados
de cáncer de mama y/u ovario, que además cumplan alguno de los
siguientes factores de riesgo: